11 meses han pasado desde que publiqué mi último blog. Corresponden al último mes que trabajé como asesor del Presidente, 9 meses como Secretario Nacional de la Administración Pública y un mes de descanso e incorporación a la nueva tarea. Sigo trabajando como soldado de esta revolución en democracia. Con orgullo, con mucha gana de mantener el ritmo y aportar, ahora desde una posición diferente, menos ejecutiva, más asesora. Como jefe del gabinete me quedaba casi nada de tiempo para escribir. Me siento ingrato por haber dejado un espacio tan importante como este sin atención tanto tiempo. El nuevo escenario me da ciertas facilidades relativas. Volver a escribir es una de ellas.
Desde el nuevo rol como Consejero de Gobierno, tengo varias tareas de carácter asesor, altamente especializado que me permiten investigar, analizar y proponer criterios, proyectos y apuestas para el mejoramiento de la gestión pública nacional. Una de las tareas con las que me encuentro a diario, me lleva a pensar el futuro de la Administración Pública. En esta línea, se abre el espacio para la discusión del rol que este componente del gobierno debe tener en función del proyecto político de Alianza PAIS.
Con esta nueva entrada al blog, voy a iniciar un conjunto de reflexiones sobre los escenarios en los que se mueve la gestión pública como pivote de la construcción del Ecuador del futuro en el que estamos trabajando día a día. Una perspectiva técnico – ideológica que corresponda con el querer ser del gobierno para dejar a las futuras generaciones un país digno de vivirse.
Por esta vez, quiero plantear un conjunto de reflexiones sobre el rol del brazo político de un proyecto de izquierda en esta construcción. La organización política que sostiene el desarrollo del proyecto político no puede ser un ente paralelo o desconectado. En procesos políticos exitosos, se encuentra una fuerte correlación con la existencia de un partido político, en la acepción más amplia de la expresión.
Después de 7 años de uno de los procesos más exitosos de la historia ecuatoriana en materia de desarrollo económico, social, cultural, institucional, es necesario hacer un ejercicio de reflexión sobre el rol que debe tener el Movimiento Alianza PAIS como palanca del proceso a futuro.
Un axioma en materia de gestión pública es que toda decisión tiene un alto componente político (como el manejo de las relaciones de poder legítimo para la toma de decisiones) y, obviamente, un alto componente ideológico (como criterios que determinan la validez o deseabilidad de una decisión). El partido es el lugar en donde se garantiza que la gestión pública maneje bien esas relaciones de poder, y tome decisiones ideológicamente deseables. Personalmente, he visto a gobiernos tomar decisiones en materia de gestión pública que se anuncian desde la sede de los partidos y no desde la sede de los ministerios que deben ejecutar tales decisiones.
La Revolución Ciudadana pretende ser un proyecto que consolide un país radicalmente diferente al de 2006. Con las condiciones mínimas necesarias para erradicar la pobreza, que garantiza condiciones de igualdad real para todos y todas los ciudadanos. El proyecto trasciende la permanencia temporal en el ejercicio del Poder. Para que eso sea posible, el partido requiere tener una fortaleza, coherencia ideológica, unidad orgánica y política.
La administración del gobierno no puede correr divergente a la evolución del movimiento que la respalda. Muchas de las tesis expresadas en corrientes como la Nueva Gestión Pública, relevan la importancia de levantar data desde la ciudadanía como fuente primaria de información para mejorar la calidad de la decisión que configura una política pública. Si uno mira marcos metodológicos como el del Marco Lógico de Proyectos, se encuentra con que el primer paso es hacer un análisis de actores e intereses relativos a la toma de decisiones. En esta misma línea encontramos a quienes promueven el concepto de Gobernanza como nueva forma de hacer gobierno. El canal primigenio por el cual circula esta información debe ser el partido. Eso no quita que las diferentes entidades del gobierno tengan que levantar de manera permanente información desde la ciudadanía, más bien abunda. Por las características que tiene (debe tener) un partido, es (debe ser) el punto de conexión entre el gobierno y la ciudadanía de a pie, como cualquiera de nosotros, que se siente afín a las apuestas programáticas y las acciones del partido.
Un partido exitoso construye los escenarios deseables de política pública desde la ciudadanía y coteja la percepción que tiene el ciudadano con la apuesta de gobierno sobre esa política. La democracia moderna no puede concebirse sin partidos políticos (en cualquiera de sus formas), no por el ejercicio electoral que bien puede hacerse sin la existencia de ninguna; sino por la necesidad de canalizar percepciones, criterios y propuestas para alimentar la línea programática que tiene la ciudadanía militante y que sirvan para mejorar la calidad de las líneas argumentales que tiene el partido que los representa. Sin partidos, no hay conexiones. La democracia se reduce al ejercicio electoral y la relación clientelar de gobiernos que hacen o dejan de hacer en función de la siguiente elección y ciudadanía pasiva que se sienta a ver si se hace lo que cree que le conviene, o no, y en función de eso, vota.
Es tiempo de revolucionar la revolución. Es momento de realizar ajustes en la organización política que trasciendan la organización más bien electoral en la que se ha ido quedando, y construyan un movimiento sólido, nacional, coherente, abierto, exigente. Estas cualidades corresponden a un movimiento (partido) que se ve a sí mismo, como el mecanismo más idóneo para garantizar la presencia del ideario político, más allá del ejercicio, siempre temporal, del Poder.
El gobierno necesita un partido (movimiento) que actúe como ente cohesionador de la acción política (decisión política, ejecución política, comunicación política) en todos los espacios del ejercicio del poder: Ejecutivo y Legislativo, en todos los niveles del ejercicio del mandamiento popular: parroquias, alcaldías, prefecturas, gobierno central. Como había señalado antes, este debe ser el leit motiv de un proyecto político que ha alcanzado el Poder. La garantía de que el ideario que sostiene el proyecto político permea a la ciudadanía es a través del partido, si este actúa como vaso comunicante, que, dada su capacidad de funcionar como red, puede socializar, sostener, explicar y defender una decisión desde el gobierno central.
El desafío del gobierno, no sólo de este, sino de cualquiera que quiera llamarse así, es generar las condiciones para que la ciudadanía se apropie de la cosa pública, de la discusión y de la decisión. Un gobierno que promueve relaciones clientelares no entendió nada sobre la responsabilidad que tiene con las futuras generaciones.
Creo firmemente que la Revolución Ciudadana ha entendido esto y se plantea construir ese movimiento sólido, nacional, coherente, abierto, exigente. Esto quiere decir replantear la conformación de la Dirección Nacional como un directorio para la toma colectiva de decisiones que represente a los territorios, con personal dedicado ciento por ciento a la gestión del movimiento, incorporando prácticas de los grandes partidos regionales, lo que le ayuda a mejorar el impacto de la gestión en asuntos como la comunicación y la acción políticas, el reclutamiento, formación, desarrollo y evaluación de nuevos cuadros, el seguimiento y apoyo a la gestión de los grupos de base que conglomeran a la militancia para la acción y discusión de carácter político.
Los años que vienen tienen desafíos múltiples para este gobierno. Por un lado, consolidar condiciones de irreversibilidad del proceso político llevado a cabo durante estos 7 años para que no sea tan sencillo desmantelar este Estado del Buen vivir. Por otro, consolidar un movimiento nacional que trascienda la temporalidad del ejercicio del gobierno, promueva y mantenga en el imaginario las grandes líneas ideológicas que sostienen ese Estado. Finalmente, requiere implementar prácticas metodológicas que junten ambos desafíos para que la gente común, que habita nuestro bello país, se apropie de nuestros resultados y los defienda.